¡»Melómano de Oro» para Desvíos a Santiago, otorgado por la revista Melómano en marzo 2023!
…los de Rainer exploran un terreno donde también cabe la fantasía sin pervertir el material original, en un peregrinaje repleto de sorpresas y desvíos y, donde lo que prima no es el destino, sino el trayecto en sí mismo, que, como todo lo bueno, casi se hace corto. En definitiva, una fantástica aventura sonora que todo viajero empedernido debe llevar consigo en su mochila.
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Hacía tiempo que una formación no lograba imprimir tanta vivacidad a un material que a veces es objeto de aproximaciones demasiado encorsetadas, cuando no timoratas. (…) Qué bendición encontrar mentalidades así, tan documentadas y ajenas a las pautas mayoritarias, pero a la vez capaces de emocionar a partir de materiales perfectamente populares y accesibles.
Fernando Neira en «Un disco al día», noviembre 2022
«…A medio camino ente el folk y el jazz, la música de Taracea mima la sonoridad de cada pieza cuidando los detalles; destaca el empeño por lograr un nutrido colorido tímbrico y por implementar variaciones y giros que aporten algo nuevo a la pieza original. Desde luego, no es una propuesta para puristas, pero el rigor y el respeto a la tradición se respira en cada compás…»
Eduardo Viñuela en «La Nueva España», julio 2021
«…el conjunto suena perfectamente cohesionado, con un buenísimo contrabajista, una interesante percusión, conjunción de flautas y una vihuela que se adapta perfectamente al lenguaje morderno. Todo un atrevimiento.»
Ángel Villagrasa, Revista Melómano
«El primer álbum del ensamble Taracea es todo un ejemplo en creatividad: una “incrustación auditiva” que asamblea folclore y música culta, pasado y presente. (…) No es un disco para todos los gustos, pero uno que va a sorprender y alegrar a todos aquellos interesados en un enfoque innovador a la Música Antigua. «
Kate Bolton – Porciatti, BBC Classical Music Magazine, julio 2020
«…Taracea es un trío de músicos residentes en Madrid que mostraron un nivel técnico extraordinario y una estupenda complicidad en su visión de unas músicas que iban del siglo XV al XVIII. Las flautas de Belén Nieto suelen soportar la mayor parte del tiempo la melodía, aunque también aportan notas armónicas o juegan al uso de recursos de la música contemporánea, como esas columnas de aire empleadas en la célebre Innsbruck, debo dejarte de Isaac. Las síncopas crecen a partir del contrabajo de Rodrigáñez, que es el que da el aire más jazzístico a la interpretación, aunque también tuvo un arranque melódico de gran significación en el Ay triste que vengo de Juan del Encina, que tocó en su registro agudo con impoluta afinación, y se marcó un intenso y algo extravagante preludio al Marizápalos. Rainer Seiferth nos mostró que la vihuela también es un instrumento que se puede rasguear (de forma muy convincente en el Come again de Dowland, por ejemplo), que puede hacer contracantos o doblar melodías con absoluta eficacia.
Hubo espontaneidad en el concierto de Taracea, musicalidad sin tacha, hubo momentos de chispa, de énfasis rítmicos marcados para gustar (Sermisy, Le Roy), pasajes llevados al terreno del lirismo y la sensualidad (Caccini) y algunos más crípticos (Isaac, Desprez, Capirola) que parecieron conectar con cierto experimentalismo vanguardista. Una opción estupenda para disfrutar de una hora de música. Antigua. Moderna. Viva, por supuesto.»
Pablo J. Vayón, Diario de Sevilla 11/09/19
«No es una recreación, se trata de una auténtica “reinspiracion”. «
Miguel Ángel Pérez, Doce Notas junio 2020
«…Está maginíficamente hecha, con mucha sensibilidad para sonido y timbre y con una gran capacidad para crear atmósfera. Lo único: no tiene mucho que ver con Música Antigua…esta música no se deja meter en ningún cajón, y es justo lo que nos gusta. «
Detlev Krenge, Bayerischer Rundfunk Alemania abríl 2020
«…Las versiones de estas músicas pretéritas que postula Akoé están construidas bajo otro caleidoscopio tímbrico, con la esencia funambulista de lo que somos, el homo ludens que bautizó Johan Huizinga en 1938, el territorio de aquel que juega. No hay aspiración más pertinente en el mundo artístico que el mirar hacia atrás y jugar hacia delante, como un niño. Giorgio Agamben defendía hace una década que el hombre contemporáneo ha postergado su curiosidad y olvidado cómo se juega, y que este vértigo cotidiano de continuos estímulos al que estamos sometidos hoy responde a su anhelo por volver a acceder a la fiesta perdida, al jardín secreto de su curiosidad. Esta es el viaje que Taracea propone, con vocación transfronteriza: la infancia como actitud de exploración y la madurez como realidad expresiva.»
Mario Muñoz Carrasco